América para los Americanos
AMÉRICA PARA LOS AMERICANOS
En la segunda
edición de Política entre las naciones, Morgenthau añadió una sección en el
primer capítulo llamada "Seis Principios del Realismo Político".
Estos principios, eran:
1. La política, como la
sociedad en general, está gobernada por leyes objetivas arraigadas en la
naturaleza humana, que es invariable; por lo tanto es posible desarrollar
una teoría racional que refleje estas leyes objetivas.
2. El rasgo principal del
realismo político es el concepto de interés, definido en términos de poder
que infunde un orden racional al objeto de la política, y de ese modo hace
posible la comprensión teórica de la política. El realismo político hace
hincapié en lo racional, lo objetivo y lo no emocional.
3. El realismo asume que el
interés definido como poder es una categoría objetiva universalmente
válida, pero no con una definición fijada de una vez y para siempre. El
poder es el control del hombre sobre el hombre,
4. El realismo político es
consciente del significado moral de la acción política. Es también
consciente de la tensión entre el control moral y las exigencias de la
acción política eficaz. Por lo tanto, el realismo no es inmoral, sino que
su objeto de estudio no es la moral.
5. El realismo político se
rehúsa a identificar las aspiraciones morales de una nación en particular
con las leyes que gobiernan el universo. Es el concepto de interés definido
en términos de poder lo que nos salva de los excesos morales y la torpeza
política.
6. El realista político
sostiene la autonomía de la esfera política. Se pregunta: ¿cómo afectará
esta política el poder de la nación?". El realismo político está
basado en una concepción pluralista de la naturaleza humana. Un hombre pura
y exclusivamente político no sería más que una bestia, pues carecería por
completo de límites morales. Sin embargo, para desarrollar una teoría
autónoma del comportamiento político, el "hombre político" debe
abstraerse de los demás aspectos de la naturaleza humana.
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Las iniciativas en torno al
devenir de América como tal, han sido varias, si no en orden cronológico pero
si en cuanto a su vigencia y carácter, se encuentra la Organización de Estados
Americanos, OEA, la cual es impulsada
por los criterios de América para los americanos, su configuración estatal,
refleja el poder de los dos actores principales que se mencionaron en el inicio
Estados Unidos y el Commonwealth. Persiguiendo la OEA ser un foro de discusión
y objeción igualitaria, que se reflejará en la seguridad y la prosperidad
continental. Luego un gran movimiento en el orden económico y de prosperidad,
encabezados por tres acuerdos fundamentales, NAFTA, ALCA y el CAFTA, tratado
con América Central y el Caribe.[1] Instrumentos todos de
relacionamiento económico en primera línea, pero también en una profundidad
política importante. Inmersos en esta dinámica se han alineado múltiples
acuerdos regionales y bilaterales.
La palabra
proviene del griego, episteme (conocimiento) y logos (teoría). La
epistemología es una disciplina o rama filosófica que aborda la
investigación científica y su producto, el conocimiento científico, sus
clases y su condicionamiento, su posibilidad y su realidad, la relación que
tiene con el investigador, entrando en temas como historia, cultura y el
contexto de las personas. También es conocida como la filosofía de la
ciencia.
La epistemología
se ocupa de la definición del saber y de los conceptos relacionados, de las
fuentes, de los criterios, de los tipos de conocimiento posible y del grado
con el que cada uno resulta cierto; así como de la relación exacta entre el
que conoce y el objeto conocido. A diferencia de la lógica formal, cuyo
objeto es la formulación del pensamiento, y de la Psicología, cuya relación
con el conocimiento es de nivel científico, la epistemología trata de los
contenidos del pensamiento, de su naturaleza y significado.
Lo que me propongo
en esta serie de artículos es exponer las principales ideas de la EAE.
Comenzaré con el concepto de economía de esta escuela, esto es, la
concepción de esta disciplina como ciencia de la acción humana o
“praxeología”, o lo que es lo mismo, la estructura lógica de la acción
humana. Este escrito será, para algunos lectores, quizás el más alejado de
la economía tal como se entiende en nuestros días. Los economistas de la
EAE tenían una concepción más
amplia de esta (no la reducían a mera crematística como Aristóteles) y, por
lo demás, la mayor parte de sus integrantes no se limitaban sus estudios a
la economía, sino que también incursionaban en otros terrenos conectados
con esta: política, filosofía, epistemología, ética, sociología e historia.
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El
imperialismo, ¿de quién?
Debiésemos iniciar con un
profundo sentido de oportunidad y ubicación, imperio y poder, son las premisas,
algo como el huevo y la gallina, que es, como se forja y quienes lo quieren. La
historia es nuestro escenario inicial, sin que esto represente una epistemología
del quehacer político histórico.
El poder es sin duda el
elemento intangible de mayor discusión y generador de afirmaciones, en todo el
orden de vida se vincula al poder. ¿Es el poder un factor de la praxeología? La
acción humana determina el giro de la historia o bien es fundamental en la
economía, la ciencia que mueve al ser humano y su conglomerado, esto según la
escuela austriaca económica. Si el poder se deriva de la acción humanas, como
elemento consustancial del ejercicio de la política, podemos inferir que poder,
política y acción humana son aguas del mismo manantial. En tal sentido, la
acción humana se proyecta en el orden económico con fines del resultado
político de su actuar y del ejercicio del poder, podríamos anticipar que son
numerales de una misma ecuación. Pero su campo de acción no es solo individual
sino existe obviamente la proyección a la sociedad, mediante un atributo de
interrelación humana, no tanto de contrato social, por el contrario definiendo
una serie de utilidades dentro del sistema económico que integran a la sociedad
en sus mutuos beneficios.
A la praxeología
no le interesa solamente la acción del individuo aislado, sino que también
la interacción de los individuos, es decir, cómo se forma la sociedad. Los
individuos son conscientes de que la cooperación, en donde cada uno pone a
disposición de los demás sus aptitudes, tiene como resultado una mayor
beneficio (o productividad). Esto es lo que se denomina como la “Ley de
Asociación” en virtud de la cual la división del trabajo opera como una
condición necesaria de la formación de la sociedad, es decir, permitió la
gradual cooperación entre los individuos. Así Mises descarta la existencia
de un supuesto “contrato social” que dio nacimiento a la sociedad. Al
respecto explica el economista austriaco:
“La sociedad es
acción concertada, cooperación. Es producto de un comportamiento consciente
y deliberado. Esto no quiere decir que los individuos celebraran un buen
día un contrato en virtud del cual quedó fundada la sociedad humana (…) Ese
complejo de relaciones mutuas creado por la acción recíproca de los
individuos es lo que se denomina sociedad. Reemplaza una vida aislada de
los individuos por la colaboración. La sociedad es división del
trabajo y combinación de los esfuerzos. Por ser el hombre un animal que
actúa se convierte en animal social”[6].
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Los imperios son la
materialización del poder, o bien de la concentración del excesivo o dominante
poder. Hay y han existido muchas teorías sobre el imperialismo, desde los
conceptos del dominio terrestre, al dominio marítimo, al dominio aéreo,
discurriendo entre quienes dominan la llamada cuna de la civilización, no hay
dominio sin dos mares, o bien quien domine los mares dominara la tierra. Sin
mayores definiciones, se atribuye a un imperio el dominio de grandes
extensiones de territorio y por grandes periodos de tiempo. Los ejemplos son
bastos en la historiografía. Ligados al dominio y la subyugación de los
territorios conquistados. Ejemplarizado en nuestro caso por el imperio español
quienes conquistaron y dominaron América por casi trescientos años.
Difícil se hace visualizar
si la dominación o sojuzgación como sinónimos de satisfacción, de ahí, la
controversia. Han existido, si siguen, si seguirán, es la utopía. Lograremos
los humanos eliminar esa configuración de acción humana y política, como
mecanismo de control, y de antelación a la propia sobrevivencia “es nuestro
deber mantener nuestro estilo de vida.”
En la diatriba esta por
supuesto, cambiaremos el dominio de los unos, por los muchos, el imperio de los
desfavorecidos y los oprimidos, será esto algo más de lo mismo. O bien será el
imperio de cualquiera de las otras culturas que pretendan imponerse.
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