El Estado de la República
Del escritorio del General® Francisco Bermúdez
El estado de la República
La audacia política
ha sido inmejorable, en tres décadas han logrado la deformación democrática del
sistema. ¿Cómo gobernarnos? ¿Cómo administrarnos? Ha sido el cuestionamiento ancestral. Qué orden, tranquilidad, potestad es la
deseada. El fin último, como estamos
mejor, como logramos el bienestar de las mayorías. ¿Cuál es el principio del
bienestar? ¿Somos un conglomerado eficaz, solidario, consecuente? ó, somos
horda de malhechores, incendiarios, linchadores, bochincheros, contestatarios,
reaccionarios, ¿Qué somos?
¡Las respuestas,
muchas! históricas, para los que les gusta la historiografía, que abogan por un
reencuentro paradigmático con el colectivismo, el fin de la historia, el
materialismo, el estado omnipotente, dirigente del quehacer ciudadano, la
propiedad colectiva, la renta utilitaria, la economía tutelada, la programación
del crecimiento.
Los espectaculares,
(variable consensuada) el mal de muchos es de todos. La pobreza es de todos, la
riqueza es de pocos. El bienestares cosustancial a la capacidad societaria de
adquirir su beneficio, por sobre todo; por el contrario, el bienestar es
cosustáncial al esfuerzo personal y a la distinción hegemónica del quehacer
unitario. La reconciliación, como el camino al éxito; sostenimiento dogmático,
populismo y asalto del poder, el restablecimiento y/o la continuación de la
lucha o fracaso para el utopismo social, generadores del corporativismo de la
pobreza.
Los negociadores, el
convenir populista del desarrollo sostenible, paradoja más coercitiva y
destructiva, del pensamiento político estratégico global. Todos anclados en un
ensayo popular, la democracia. Atribuibles connotaciones, mas reprochables,
encrucijadas. Como terminan las democracias, socavadas por sus propios
principios, el oportunismo delirante, manifiesto y resoluto, se apodera del
espacio, consecuente. Estos son los dominantes del escenario.
Sin embargo Roma,
no se construyó en un acto, fue su alternabilidad, no de poderes, sino de liderazgos,
entre el demócrata, el aristócrata y el dictador, que se erigieron mil años de
imperio. Desenfreno inocuo el de
aciertos, bienestar, prosperidad; como medirlos, como determinarlos, somos
propulsores del bienestar y de la prosperidad. El bienestares de muchos, la
prosperidad es individual, luchamos juntos o por separado.
Consecuencia
alternativa, del escenario mundial, como endocrina del sistema purificador, que
accesa al poder por el acuerdo de incidencia contractual. La rigidez del sistema no es una panacea, las
opciones societarias son el camino a recorrer, ya que la democracia no es un
fin en sí misma, sino el producto de un largo peregrinaje de pruebas y errores,
de acción y estancamiento. Aferrarse a
un modelo medianamente conocido no es un bregar cierto, es un salto al vacío;
con determinación y coraje podemos construir el modelo a ser transitado, y la
dinámica social traerá nuevos y diversos escenarios a ser en igual forma
peregrinados.
Hace treinta años
iniciamos esta etapa de vida legislativa, con añoranzas y deseos, pero sin
embargo, con un andamiaje legal constitutivo que nos enmarcaba en un proceso
eleccionario, más que en un debate político de ideas, propuestas y
realizaciones. La lucha por el poder político se convirtió en el paradigma del
guacamolón. Las regulaciones de
repartición del poder fueron esgrimidas con singular vehemencia, con el afán de
favorecer a los más débiles del escenario político, se instauraron las reglas
de las minorías, craso error y sujeto de estudio y reflexión a la postre de
tres décadas. La euforia democrática, y
como sujeto, trajo la incipiente, en esos días, anarquía social, interpretada
como cantos de sirena, pero el objetivo político era generar los mecanismo de
extracción financiera del estado, ordeñas la vaca. El objetivo del liderazgo político, se
convirtió en romper la hegemonía del dinero de los sectores adinerados del
país, quienes a su antojo escogían a quien le iban a proveer de recursos para su
campaña y su acceso al poder, una alianza en su momento que poco duro. La búsqueda de la independencia financiera se
ha logrado a la fecha, hoy asistimos al primer evento de orden electoral, en
donde el financiamiento no proviene de los grupos tradicionales. Es más, su
procedencia tiende a ser dudosa y repulsiva, mucho viene del propio erario
nacional, alcanzado el objetivo.
Nos rasgamos las
vestiduras con temas de los más republicano, muchos diputados, exfolian al
erario nacional, no trabajan, son corruptos etc. Pero ellos representan al
pueblo, son electos por sus departamentos.
Que no se reelijan, acusan algunas voces, pero los distritos los vuelven
a elegir una y otra vez, es el pueblo el que se manifiesta. Similar demanda se
hace frente a la reelección de los alcaldes, sin embargo el pueblo los reelige,
con su voto, historias abundan. Quienes
son esas voces que claman, no a la reelección, los que nunca han ganado, los
marginales democráticamente hablando.
El sistema
republicano establece que los diputados representan al pueblo, la variable
conocida es en relación al censo, cuantos chapines, cuantos diputados. Si se
desea uno por millón, se tendrán 15, si desean 1 por medio millón, tendremos 30
y así, se debe encontrar el número real y adecuado de representación, uno más o
menos no evita la corrupción, el chantaje, eso se evita con el cumplimiento de
la ley. Puede ser uno por municipio y restringir el número de crecimiento de
municipios. Para efectos, un municipio se forma con un mínimo de diez mil
habitantes, solo la zona diez y ocho capitalina tiene empadronados 180,000
habitantes. Mas cruzados no podemos estar en el orden geopolítico.
El principal tema
de un Gerente de Campaña, lo constituye su cálculo financiero, que se
fundamente, en tres variables básicas, que clase de candidato tengo, que
conocimiento hay del partido y cuantos votos necesito para ganar una elección,
esa premisa, me arroja como resultado un determinado valor por cada voto que se
necesita obtener, pueden ser muchos quetzales o demasiados, depende de esas variables. En nuestro sistema erróneo, es al contrario,
el órgano electoral, es quien en forma arbitraria determina el costo que puede
tener cada voto, esto es una atrofia al sistema, ya que no depende de un
burócrata enmarcar el costo de una campaña política, hay muchos ejemplos. Por el contrario la preocupación es de donde
provienen los fondos, eso es un tema de ley, que debe ponerse hincapié y ser impactantes
en su responsabilidad, esto no lo hacen, no tiene dientes el TSE es el decir,
la ley en resumen en esos ámbitos está mal, confundida. Con lo que genera una lucha estéril de
carácter social.
Se cambian de un
partido a otros, son tránsfugas, no tienen ideologías, no responden al clamor
popular, son muchos de los reclamos razonables del espectro social. ¡Producto del voto popular y no del voto
ciudadano¡ el desinterés ciudadano ha orillado a una oferta política,
totalmente populista y demagógica, falaz y de un apego a las necesidades y
sentimientos, que a la razón y la responsabilidad. Las ideologías siguen
teniendo valides y vigencia, son los principios que mueven el quehacer
político, todas promueven intereses de orden natural, desde el paraninfo
griego, los estoicos y los existencialistas, se han transpolados a nuestro
siglo XXI. Tránsfuga, es sinónimo de
flexibilidad en el sistema de partidos políticos, que por cierto acusa un
deterioro sistemático y degradante, producto de una ley que permite esos
desmanes.
El voto debe ser
directo, generar los distritos específicos, hay varios modelos de cómo
referencias esto, en Honduras y El Salvador ya tienen un sistema similar que
debe ser objeto de estudio. La
reelección, es el premio al buen gestor público, es lo que genera continuidad
en los proyectos y que le da solides a las políticas públicas. Washington, fue presiden por alrededor de
quince años, y ganaba el 2% del presupuesto de la unión americana, léase
bien. Los países del primer mundo, por
lo general su liderazgo dura una década en el desempeño, si bien es cierto,
existe mecanismo para revocarles el mandato en cualquier momento. Nosotros no tenemos eso, si queremos cambios
hay que esperar las elecciones, que de alegre no tienen mucho, en estos
momentos.
Hay que ser
optimistas y no temerle a los cambios, el transcurrir democrático es eso, cambio
constante, evolución social y bienestar nacional.
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